viernes, 24 de octubre de 2008

SIN QUE SIRVA DE PRECEDENTE

No tengo especial interés en tratar el tema de la Iglesia Católica pero, si quiero comentar algo sobre El Sol, no queda más remedio, pues es una publicación casi monotemática.

En esta ocasión estoy de acuerdo con el editorial Ser españoles y otros orgullos... donde el director critica que nuestros políticos confundan "lo personal (sus creencias), con lo institucional (lo que representan)".

Sólo discrepo en un nimio detalle: la conclusión. Si bien nuestro director cree que los políticos deben asistir a los actos religiosos sin excepción, yo opino justamente lo contrario. Porque son representantes de un estado de derecho LAICO y para eso se les vota. Si el Ayuntamiento debe estar representado en las actividades de las iglesias, o de una asociación o de un club deportivo, se nombra un representante oficial (que sí debe asistir independientemente de lo que crea) y el resto que haga lo que quiera a título particular. Que digo yo que es lo más lógico. A nadie se le ocurre que toda la corporación deba estar en la inauguración de una peña madridista por mucho que sean mayoría.

Y de camino, a ver cuándo el ejército se aplica el cuento (a no ser que sea una actuación pagada), o cuándo desterramos las Biblias de las tomas de posesión de cargos públicos, o cuándo se derogan los funerales de estado, o...

viernes, 3 de octubre de 2008

ESTIMADO AFRICANO


Como el tema de este blog es tan monocorde que aburre a las ovejas dado que nuestro semanario no es nada original en sus meteduras de pata, aprovecho su comentario para llenarlo un poco de contenido y le contesto en este nuevo post.

Entiendo su desazón pues, cuando se critica a un colectivo al que se pertenece, uno no puede sustraerse a pensar que parte de esa crítica le concierne. Pero le aseguro que al hablar de la iglesia católica no me refiero a las creencias de cada uno de sus componentes. Cada uno busca el sentido de la vida y muchos lo encuentran en un dios. No es mi caso, pero respeto eso profundamente; sin ir más lejos, mi esposa es profundamente religiosa y no se me ocurriría ofenderla de ninguna de las maneras. Pero es lógico que cuando se opina sobre algo se dejen víctimas por el camino. No buscadas expresamente, pero inevitables. No me siento orgulloso de ello, pero es el precio que hay que pagar por ser consecuente con lo que se cree.

Aclarado esto, no puedo negar que soy profundamente anticlerical. Cuando hablo de una oblea y una copa de vino es porque no veo nada más que eso, aunque otros le quieran dar una simbología, igual que la Kaaba no es más que una tienda con una piedra negra en su interior. Pero la iglesia católica (en general todas las iglesias) es una institución creada y formada por hombres que, según mi parecer, no es nada modélica.

Que la iglesia no es democrática no es invención mía, sino una declaración de ella misma. Que hay distintas corrientes políticas en su seno, en constante lucha por el poder (terrenal) es evidente. Que se considera poseedora exclusiva de la verdad sin aceptar la posibilidad de que otras maneras de entender a dios también posean dicha verdad es algo de lo que hace su bandera.

No soy creyente, pero si lo fuese no podría pertenecer a un colectivo tan apegado al poder y tan alejado de lo que se supone que predicaba su fundador. Citando al profesor Loring, lo que nos cuentan de Jesús nos lo presenta como un crítico de las clases dominantes y del clero de su época, un personaje que despreciaba los rituales y que valoraba por encima de todo la caridad, la misericordia de los hombres hacia sus semejantes. La iglesia ha dado muestras en toda su historia y las sigue dando de que está muy alejada de ese ideal y esos valores. Soy de los que creen que si Jesús viniese a la tierra en la actualidad, seríamos los ateos quienes tendríamos que defenderle de su iglesia.

En este punto, puede que usted piense que bueno, que puede ser, pero que no soy nadie para criticar a un colectivo al que no pertenezco, que simplemente mire para otro lado y les deje en paz. Yo discrepo, porque resulta que, por mi edad, he vivido los tiempos en que era obligatorio pertenecer a la iglesia católica. Ni mis padres ni yo pudimos elegir no recibir clases de religión católica en el colegio. El estado y la iglesia eran lo mismo. Los obispos eran nombrados por el dictador y la iglesia estaba presente en toda nuestra vida. Y lo peor es que, a estas alturas, sigue queriendo estarlo, aún en contra de nuestra voluntad. Lo que para algunos era una madre protectora, para otros fue una madrastra opresora. Por eso considero que tengo derecho a criticar a la institución que me tuvo secuestrado tantos años con un obvio comportamiento sectario.

Para finalizar, no quisiera despedirme sin agradecerle sus observaciones.

Un cordial saludo.