En estos días en que se fue Paco Umbral (que no era santo de mi devoción, pero escribía de maravilla) El Sol, quizá para destacar la faceta periodística del finado por comparación, nos presenta un claro ejemplo de mal ejercicio de la profesión.
La receta es simple. Se toma una idea, se escribe un párrafo, luego se cambian algunas palabras y se repite de nuevo. Y ya tenemos un editorial para salir del paso. Pasen y vean:
Antequera multiplicó esos días el número de sus habitantes; nos llevamos la alegría de saludar a muchos queridos paisanos, unos figuras ilustres en sus mundos y actividades, otros personas normales, de las que viven en el anonimato, y disfrutamos viendo esa luz especial que reflejan los ojos cuando se vuelve a la casa, a la tierra.
Y, en el párrafo siguiente:
Nos esforzamos en ser los mejores anfitriones de la cantidad de figuras y personalidades que nos visitaron, muchos de ellos celebridades en diversos campos, en lo que supone la presencia de Antequera en cada uno de ellos, otros personas “normales” que destacan también en la labor anónima del quehacer diario, pero unos y otros con ese brillo especial en los ojos, que reflejaba la alegría de volver a su tierra...
Yo les doy una idea. Se van a uno de esos traductores automáticos para convertir el texto al inglés, de este al francés y del gabacho al español nuevamente, con lo que les sale lo siguiente:
Hicimos un esfuerzo siendo los mejores huéspedes de la cantidad de figuras y personalidades que visitaron nosotros, a buen número de ellos celebridades en los distintos ámbitos, en el cual supone la presencia de Antequera en cada una ellas, de otras personas “normales” quienes destacan también en el trabajo anónimo del Diario encargamos, pero y de otro con este resplandor especial en los ojos, que la alegría se reflejó a la vuelta a su tierra.
Con una decena de traducciones más usando otros tantos idiomas, ya tenemos un número completo.
Y la calidad resultante no difiere mucho del original.
La receta es simple. Se toma una idea, se escribe un párrafo, luego se cambian algunas palabras y se repite de nuevo. Y ya tenemos un editorial para salir del paso. Pasen y vean:
Antequera multiplicó esos días el número de sus habitantes; nos llevamos la alegría de saludar a muchos queridos paisanos, unos figuras ilustres en sus mundos y actividades, otros personas normales, de las que viven en el anonimato, y disfrutamos viendo esa luz especial que reflejan los ojos cuando se vuelve a la casa, a la tierra.
Y, en el párrafo siguiente:
Nos esforzamos en ser los mejores anfitriones de la cantidad de figuras y personalidades que nos visitaron, muchos de ellos celebridades en diversos campos, en lo que supone la presencia de Antequera en cada uno de ellos, otros personas “normales” que destacan también en la labor anónima del quehacer diario, pero unos y otros con ese brillo especial en los ojos, que reflejaba la alegría de volver a su tierra...
Yo les doy una idea. Se van a uno de esos traductores automáticos para convertir el texto al inglés, de este al francés y del gabacho al español nuevamente, con lo que les sale lo siguiente:
Hicimos un esfuerzo siendo los mejores huéspedes de la cantidad de figuras y personalidades que visitaron nosotros, a buen número de ellos celebridades en los distintos ámbitos, en el cual supone la presencia de Antequera en cada una ellas, de otras personas “normales” quienes destacan también en el trabajo anónimo del Diario encargamos, pero y de otro con este resplandor especial en los ojos, que la alegría se reflejó a la vuelta a su tierra.
Con una decena de traducciones más usando otros tantos idiomas, ya tenemos un número completo.
Y la calidad resultante no difiere mucho del original.
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